martes, 12 de febrero de 2013

Recogerás lo que siembres...

Trabajaron juntas en un comercio como dependientas. Tuvieron oportunidad de quedarse con el negocio y compraron la tienda, se asociaron. Durante muchos años las cosas les fueron muy bien. Cuando la situación económica general empezó a marcarles límites, empezaron las tensiones. Ambas cosas no lo hicieron de la noche a la mañana. Un día descubrieron que la caja estaba vacía, que la zona, ayer comercial, se había ido quedando sin tiendas, que su propio local se había desvalorizado, y que entre ellas se habían ido perdiendo el respeto.

Seguir con el negocio era impensable. Seguir juntas imposible. Alquilar o vender no era fácil. La tensión alcanzaba cotas de incomunicación que las precipitaba al cierre...

Alguien le sugirió a una de ellas que tal vez lo que necesitaba era esto:

Perdono todo lo que deba ser perdonado y también me perdono a mí misma. Doy mi amor y mi perdón a todo el que lo necesite.”

Ésta apuntó la enseñanza en un papel y aseguró que trabajaría con ella.
 
A la otra le contó la siguiente historia:

Benevolencia*

"Un tendero acudió al Maestro para decirle que enfrente de su tienda habían abierto un gran almacén que amenazaba con obligarle a dejar el negocio. Su familia había regentado la tienda durante un siglo, y el perderla ahora significaría su ruina, porque él no estaba preparado para hacer otra cosa.

El Maestro le dijo: “Si temes al propietario del gran almacén, acabarás odiándolo. Y el odio será tu ruina.”

¿Qué debo hacer, pues?” Preguntó el desesperado tendero.

Sal todas las mañanas a la puerta de tu tienda y bendícela, deseando su prosperidad. Luego vuélvete hacia el gran almacén y bendícelo también.”

¿Qué dices? ¿Bendecir al que me hace la competencia y va a destruirme?”

Cada una de tus bendiciones sobre él redundará en beneficio tuyo. Y cada mal que le desees servirá para destruirte.”

Al cabo de seis meses regresó el tendero para contarle que, como se temía, había tenido que cerrar su tienda, pero que ahora estaba al frente del gran almacén y que las cosas le iban mejor que nunca.”

Algo pareció cambiar en el talante de esta última según oía esta historia...

Una semana después y habiendo retomado el diálogo y la cordialidad entre ambas, comentaban que un proveedor suyo, asociado a otros, les alquilaba el local y contaba con una de ellas como dependienta. Ningún problema en la elección pues una ya dejó claro que no deseaba seguir trabajando.

* Quién puede hacer que amanezca. Anthony de Mello, S. J.

martes, 15 de enero de 2013

TÚ...

La única práctica: mantener la sensación de ser.


 

Asirse al sentido de existencia -Yo Soy- que siempre está allí acompañándonos, ni siquiera hay que entender algo tan simple, tanto que hasta parece una broma pesada que se hayan levantado filosofías y tradiciones en torno suyo.

 

No hay nada sagrado en este acto, todo es demasiado natural para concederle una gota de devoción, pero, es la misma naturaleza humana la que crea la ilusión y la confusión de las diferentes metodologías y senderos. Lo único terrible es que nos olvidamos de esta simplicidad y sobre este olvido construimos nuestras vidas buscando sin cesar el bienestar que hemos perdido fuera de nosotros mismos.

 

Nada hay que buscar y nada hay para encontrar, vosotros sabéis que sois y no dudáis cuando se os habla de vuestra existencia, lo único que debéis hacer es mantener la sensación de ser... Así pues seguid el hilo de esta certeza de existencia y estaréis recorriendo el camino del Ser definitivamente.

 
Toda enseñanza señala a esto, cuando os re-encontréis ya podéis dejarla, al igual que un ciego deja su bastón cuando recobra la vista.

-Sri Parameshwar Maharaj.
 
Hallado en el blog:
www.regresavuelveatras.blogspot.com

 

jueves, 3 de enero de 2013

La Vía Sufi.

No pienses que decir: “Yo soy Dios”
Sea proclamar la propia grandeza.
Es en realidad total humildad.
Quien dice:
“Soy el siervo de Dios”
Supone que hay dos -Dios y él mismo-
Mientras que quien dice:
“Yo soy Dios”, Se niega a sí mismo.
Renuncia a su propia existencia.
“Yo soy Dios” significa
“Yo no existo. Todo es Dios.
Sólo Dios existe. Yo no soy nada.
Soy vacío absoluto”.


Esto es completa humildad,
No arrogancia,
Pero la gente a menudo lo malinterpreta.
Cuando alguien dice que es el siervo de Dios,
Todavía se ve a sí mismo como alguien que hace,
Aunque esté al servicio de Dios.
Todavía no se ha sumergido en el océano de Dios.
Cuando lo haga, ya no habrá cosas tales como
“sus acciones”,
Sólo movimientos
En el agua.


Jalaluddin Rumi